Un italiano, un escocés y un chino son contratados en una obra. El capataz señala un enorme montón de arena.
Le dice al italiano: “Tú te encargas de barrer”.
Al escocés le dice: “Tú estás a cargo de palear”.
Y al chino le digo: “Tú estás a cargo de los suministros”.
Luego dice: «Ahora tengo que irme un rato. Espero que ustedes hagan mella en ese montón de arena».
Así, cuando el capataz regresa después de estar ausente durante un par de horas, el montón de arena permanece intacto.
Le pregunta al italiano: “¿Por qué no barriste nada?”
El italiano responde: «No tengo escoba. Le dijiste al chino que estaba a cargo de los suministros, pero desapareció y no lo encontré por ninguna parte».
Entonces el capataz se vuelve hacia el escocés y le dice: “Y tú, pensé que te había dicho que palearas este montón”.
El escocés responde: “Sí, muchacho, pero no pude conseguir una pala. Dejaste al chino a cargo de las provisiones, pero tampoco pude encontrarlo”.
El capataz está furioso. Sale furioso hacia el montón de arena a buscar al chino.
En ese momento, el hombre chino salta de detrás del montón de arena y grita: “¡SUMINISTROS!”